“La satisfacción se construye sobre la base de la autocompasión y el perdón.”

A menudo somos nuestros críticos más duros. Practicar la autocompasión, tratarnos con la misma amabilidad que ofreceríamos a un amigo, y perdonarnos por nuestros errores pasados, es esencial para cultivar una satisfacción duradera. Es el placer de liberarse de la autocrítica destructiva.

Piensa en una herida que, al ser limpiada y vendada con cuidado, comienza a sanar. De igual modo, tratarnos con compasión permite que nuestras imperfecciones se conviertan en cicatrices de aprendizaje, llevando a un bienestar interior más profundo.