“El placer se descubre en la serenidad de saber que somos suficientes.”

A menudo, perseguimos la felicidad como si necesitáramos algo externo para completarnos. Sin embargo, la verdad más reconfortante es que ya poseemos la esencia de la dicha. El verdadero placer surge cuando dejamos de buscar validación externa y abrazamos nuestra propia suficiencia.

Imagina un jardín que, a pesar de no tener flores exóticas, posee una tierra fértil y una estructura armónica. Su belleza reside en su propia naturaleza. De la misma manera, reconocer y valorar nuestras cualidades inherentes nos permite experimentar un bienestar profundo y constante, una satisfacción que nace de dentro.