“La dicha no es la ausencia de tormentas, sino la habilidad de navegar con serenidad.”

La vida nos presentará inevitablemente desafíos, como olas que rompen en la orilla. La verdadera dicha no reside en evitar estas tormentas, sino en desarrollar la pericia para manejarlas. Es la fortaleza interior que nos permite mantener el rumbo, incluso cuando el mar está agitado.

Piensa en un capitán experimentado que, a pesar de las inclemencias, dirige su barco con calma y determinación. Aprender a gestionar nuestras emociones, a encontrar luz en la oscuridad y a mantener la esperanza, son las habilidades que nos permiten experimentar un bienestar profundo y resiliente, una satisfacción en la propia capacidad de superar.