“El éxito no es un destino, sino la estela que dejan tus pasos persistentes.”

Esta frase nos invita a comprender el éxito no como un punto final al que se llega, sino como el rastro luminoso de una travesía marcada por la constancia y la tenacidad.

Imagina un explorador trazando un camino a través de una selva impenetrable; cada corte de machete, cada sendero abierto, aunque efímero, deja una huella que permite el avance. De igual forma, cada esfuerzo dedicado, cada obstáculo superado, moldea el terreno de nuestra propia conquista.

El triunfo se manifiesta en la sumatoria de esos pequeños avances, en la disciplina diaria que pavimenta el camino hacia una meta mayor, transformando el viaje mismo en la más valiosa de las realizaciones.