“El amor es el eco que resuena en el alma después de que la melodía ha cesado.”

A veces pensamos en el amor como un torbellino de emociones, un clímax de pasión y enamoramiento. Sin embargo, la verdadera esencia del afecto duradero reside en las huellas que deja, en el eco que permanece mucho después de que las grandes demostraciones o los momentos iniciales de excitación se desvanecen.

Es ese cariño profundo, esa devoción silenciosa, que se convierte en parte de nuestro ser. Imagina una pieza musical bellísima: la experiencia de escucharla es intensa, pero es la resonancia que queda en tu interior, el recuerdo de su belleza, lo que realmente te acompaña. De igual modo, el amor deja una vibración permanente en el alma, un legado de conexión.

Este apego sutil transforma nuestra perspectiva y nos recuerda que incluso en la ausencia física o en la rutina, el vínculo perdura, enriqueciendo nuestra existencia.