“Amar es permitir que el otro sane las cicatrices que ni tú sabías que tenías.”

El amor tiene un poder curativo insospechado. Cuando abrimos nuestro corazón a alguien de verdad, le permitimos ver nuestras fragilidades, esas heridas invisibles que hemos cargado en soledad.

Y en ese acto de entrega, el cariño del otro, su comprensión y su aceptación, actúan como bálsamo, reconstruyendo esas partes rotas. Es un renacer, un crecimiento mutuo donde el apego se fortalece en la vulnerabilidad compartida.

Este cuidado transforma la pena en potencia.