“La pasión es el torbellino, el amor es el remanso que nutre el paisaje del alma.”

Se plantea la pasión como un estado efímero pero poderoso, contrastado con la serenidad y la nutrición del amor duradero.

La pasión es como un vendaval que arrastra todo a su paso, una fuerza arrolladora que nos embriaga. El amor, en cambio, es la calma que sigue a la tormenta, un espacio de paz donde el espíritu puede descansar y recuperarse, permitiendo que las raíces del afecto se profundicen y fortalezcan el terreno del ser.