“El amor no se busca, se encuentra al dejar de buscarse a uno mismo.”

Paradójicamente, muchas veces el amor nos esquiva cuando lo perseguimos ansiosamente. Es en los momentos en que nos dedicamos a nuestro propio crecimiento, a la auto-aceptación y al descubrimiento de nuestra propia valía, cuando abrimos las puertas para que el afecto llegue de forma natural.

Cuando dejamos de proyectar nuestras necesidades en los demás y nos convertimos en la fuente de nuestra propia plenitud, dejamos de tener el carácter de una búsqueda desesperada y pasamos a ser un imán para la conexión genuina. Es al estar completos por nosotros mismos que podemos compartir esa totalidad.