“La devoción es el faro que guía en la tormenta, un ancla que firmeza, incluso cuando el mar se enfurece.”

En los momentos de dificultad, cuando las olas de la vida amenazan con engullirnos, la devoción se revela como nuestra mayor fortaleza.

No se trata de una sumisión ciega, sino de una lealtad profunda y un compromiso inquebrantable. Es la certeza de que, sin importar cuán oscuras sean las aguas, hay una luz constante que nos orienta y un apoyo inamovible.

Esta firmeza nos permite navegar las tempestades con serenidad, sabiendo que el afecto que compartimos es un puerto seguro, un ancla que nos mantiene firmes en nuestra trayectoria.