“El cariño es la caricia del tiempo, que suaviza las aristas y profundiza el abrazo.”

Con el paso de los años, el amor evoluciona, adquiriendo matices y una dulzura que solo la experiencia puede otorgar.

El cariño, en este sentido, es como el pulido suave de una gema preciosa. Las asperezas iniciales se van limando, las imperfecciones se vuelven parte de su carácter único, y la conexión se fortalece, volviéndose más resiliente y tierna.

Es la constancia del gesto, la calidez de la mirada, la familiaridad del tacto, que confieren al amor una profundidad y una comodidad insustituibles, un abrazo que se siente cada vez más hogareño.