“Nuestro apego es el hilo invisible que teje los momentos fugaces en la eternidad.”

Este sentimiento que nos une, esa fuerza invisible que nos atrae, no se limita a los instantes presentes. El verdadero apego tiene la cualidad de solidificar las experiencias, transformando lo efímero en un tapiz duradero de recuerdos compartidos que trascienden el tiempo.

Como si cada risa, cada conversación profunda, cada mirada cómplice fuera un punto de sutura que, al unirse a otros, crea una obra maestra tejida con la hebra del tiempo. Es la memoria colectiva de dos almas entrelazadas.