“El afecto mutuo es el río subterráneo que nutre el paisaje del alma, asegurando que nunca se seque la fuente de la alegría.”

El afecto compartido, cuando es sincero y constante, actúa como una fuente vital que sostiene nuestro bienestar emocional a largo plazo.

Imagina un paisaje árido que cobra vida gracias a un río que fluye oculto bajo la superficie. De la misma manera, el apoyo y el cariño recíproco entre las personas que se aman crean una reserva interna de felicidad y resiliencia, asegurando que, incluso en tiempos difíciles, la fuente de la alegría permanezca activa y vital.