“Un apego sereno es el faro que guía a través de la tormenta de la existencia.”

Este apego, despojado de la ansiedad o la posesividad, se convierte en un ancla estable en medio de las vicisitudes de la vida. No es una atadura que limita, sino un punto de referencia constante, una luz que orienta cuando las aguas se tornan turbulentas.

Piensa en un viejo árbol cuyo tronco fuerte y raíces profundas resisten embates de viento y lluvia. Ese cariño constante, esa presencia confiable, ofrece un refugio seguro, un lugar desde donde contemplar el horizonte con serenidad, sabiendo que no se navega en solitario.