
“El amor es el eco silencioso que colorea el vacío.”
A menudo pensamos en el amor como una explosión de sentimientos, ruidosa y arrolladora. Sin embargo, esta frase sugiere una forma más sutil de afecto, uno que se filtra en los espacios antes desprovistos de significado.
Imagina una habitación oscura y vacía. La llegada del amor no es una luz cegadora, sino la forma en que esa misma oscuridad se transforma, adquiriendo matices imperceptibles, profundidades antes inexistentes. Es ese cariño que se instala sin alharacas, pero que transforma la percepción de todo lo que nos rodea.
Este apego silencioso no busca la atención, sino la plenitud. Es el resplandor interno que nos ilumina desde dentro, haciendo que incluso los momentos de soledad se sientan habitados por una calidez reconfortante.