“El amor verdadero es un jardín que florece en la adversidad, regado con paciencia y fe.”

No es en la bonanza donde se prueba la resistencia del amor, sino cuando las tormentas azotan. Es en esos momentos difíciles, cuando se necesita perseverancia y la firme convicción en el valor del vínculo, que el amor demuestra su fuerza. Como un jardinero dedicado que cuida sus plantas incluso bajo la lluvia torrencial, el amor que perdura se nutre de la resiliencia y la esperanza mutua.