“La devoción es el eco eterno del primer enamoramiento.”

El enamoramiento inicial, con su torbellino de emociones, deja una huella profunda. La devoción, en su forma más pura, es la resonancia de ese primer latido compartido, un compromiso que perdura más allá de la efímera chispa.

Es el cariño que, lejos de apagarse, se profundiza con el tiempo, encontrando nuevas formas de expresarse. Como una melodía que se enriquece con cada interpretación, esta entrega constante renueva la promesa de afecto, convirtiendo cada instante en un testimonio de amor.