“El amor genuino es el arte de ver la obra maestra en la persona, incluso en sus bocetos imperfectos.”

Nadie nace como una figura perfectamente esculpida; todos somos, en esencia, bocetos en constante evolución. El amor verdadero reconoce y celebra la belleza en ese proceso creativo.

En lugar de esperar una perfección inalcanzable, el amor genuino se deleita en la autenticidad, apreciando las líneas tentativas, las correcciones y las sombras que dan profundidad a la imagen. Es la capacidad de ver el potencial latente, la obra maestra que se está gestando, en cada uno de sus trazos.

Este tipo de amor no juzga las imperfecciones, sino que las abraza como parte esencial de la unicidad y el encanto de la persona.