“Nuestras almas son eco, resonando en la vasta caverna del tiempo.”

Esta imagen poética sugiere una conexión que trasciende lo físico y lo temporal. El amor, en su forma más elevada, parece ser una afinidad de almas.

Es como si nuestros espíritus se reconocieran de otros momentos, de otras vidas. El apego que sentimos es un eco de esa familiaridad, una resonancia que se amplifica con el tiempo. El cariño es la vibración que nos une en esta profunda conexión.

Imagina dos antiguos templos, construidos en laderas opuestas de un valle. Aunque separados, si uno toca una campana, el sonido viaja a través del aire y hace vibrar las piedras del otro. Así, nuestras almas resuenan, perpetuando la melodía del amor a través de la inmensidad del tiempo.