“Cada acto de cariño es un ladrillo en la catedral del amor.”

El amor no se construye de la noche a la mañana; es una edificación lenta y sólida, erigida con los actos diarios de afecto y consideración.

Piensa en cómo se erigen las grandes catedrales, pieza a pieza, con dedicación y paciencia. De igual manera, cada gesto amable, cada palabra de aliento, cada momento de apoyo incondicional, son los ladrillos que dan forma y fortaleza a la estructura del amor. Esta devoción constante es lo que lo hace perdurable y sagrado.