“Un amor maduro es un roble ancestral, cuyas ramas cobijan la historia y sus raíces nutren el futuro.”

Este afecto profundo no teme al paso del tiempo; se fortalece con cada estación vivida, como un árbol antiguo que ha visto pasar generaciones.

Sus ramas son los recuerdos compartidos, los aprendizajes y las experiencias que brindan cobijo y sabiduría, mientras que sus raíces, firmemente ancladas en la lealtad y el respeto, alimentan la esperanza de un porvenir sólido juntos.