“El amor es el eco que resuena en los corredores del tiempo, confirmando nuestra presencia.”

El amor trasciende el presente; es una huella que dejamos, un testimonio de nuestra existencia que perdura y resuena mucho después de que nos hayamos ido.

Considera una melodía antigua, tocada en un instrumento de madera pulida por siglos. Aunque el músico ya no esté, la música perdura, vibrando en el aire, un recordatorio de la pasión y el sentimiento invertidos. El afecto compartido, especialmente en sus formas más profundas y duraderas, actúa de manera similar.

Cada acto de bondad, cada palabra de consuelo, cada sonrisa compartida es una nota que se añade a esta sinfonía perpetua. Es la prueba de que estuvimos aquí, que amamos y fuimos amados, y que nuestra presencia dejó una marca imborrable.