“Descubrí el amor como un jardín secreto, cultivado en la intimidad de nuestros días.”

Este apego que florece es como un lugar privado, un espacio seguro donde las raíces del cariño se hunden profundamente. No se trata de grandes gestos públicos, sino de los pequeños rituales diarios: un café preparado por la mañana, una nota dejada al azar, una conversación nocturna. Estos son los pétalos que se abren lentamente, revelando la belleza intrínseca de nuestra devoción.