“La terquedad del escalador no es necedad, es la voz de su cumbre llamándolo.”

¿Por qué seguir escalando cuando el aire escasea y los músculos arden? La respuesta no está en la lógica convencional, sino en una llamada más profunda.

La terquedad, en este contexto, no es terquedad sin sentido. Es la respuesta a la voz de la cumbre, un eco que resuena en lo más profundo del ser. Es la atracción magnética del objetivo, que susurra promesas de logro y realización. Cada movimiento arduo es una respuesta a esa llamada, una afirmación de que el destino final justifica el esfuerzo presente.