“La tenacidad es el cincel que esculpe el mármol del destino.”

La vida a menudo nos presenta desafíos tan imponentes como bloques de mármol crudo. En lugar de rendirnos ante su solidez, nuestra tenacidad actúa como un cincel incansable.

Cada golpe firme, cada corrección cuidadosa, moldea la forma que deseamos ver emerger. No se trata solo de fuerza bruta, sino de la habilidad para seguir golpeando con precisión, aprendiendo de cada esquirlas que salta. Así, el destino, inicialmente informe, toma la figura majestuosa de nuestros sueños, tallada pacientemente por nuestra persistencia.