“El eco de la persistencia resuena en las salas vacías del ayer.”

Los triunfos de hoy a menudo tienen sus raíces en los esfuerzos solitarios de ayer, en esos momentos en que la persistencia resonaba incluso en las salas vacías, donde nadie más aplaudía.

Imagina a un músico practicando en un estudio desocupado, repitiendo una pieza hasta la madrugada. El eco de su disciplina en la quietud de la noche es la promesa de la música que algún día cautivará a miles.

Esta tenacidad es la dedicación intrínseca a la labor, el compromiso personal que florece sin necesidad de testigos, sabiendo que la recompensa más profunda es la satisfacción de haber honrado la propia disciplina.