“El desierto enseña que la sed más profunda es la del agua que aún no llega.”

Este pensamiento captura la determinación en su forma más cruda. En la vastedad árida, donde el horizonte parece interminable, la esperanza se aferra a la promesa de una oasis invisible.

Es la persistente mirada hacia adelante, incluso cuando el presente es de sequedad. El peregrino que camina bajo el sol abrasador no solo busca el agua, sino que cultiva una fuerza interior que nace de la convicción de que, tras la resistencia al desánimo, la vida siempre florece.