
“El alfarero moldea el barro con paciencia, no con prisa.”
La tenacidad se regodea en el proceso, entendiendo que la verdadera forma emerge con tiempo y dedicación. El alfarero sabe que la prisa arruina la vasija.
Nuestras aspiraciones requieren un modelado similar. La constancia de nuestro esfuerzo, el toque paciente y repetido, es lo que da forma a nuestros sueños. La firmeza en mantener el ritmo, sin sucumbir a la impaciencia, es lo que garantiza la solidez del resultado.