“La gota persistente horada la roca, no por su fuerza, sino por su constancia.”

Aquí reside la esencia de la perseverancia: la virtud de la constancia sobre la magnitud del esfuerzo individual. Una sola gota puede parecer insignificante, pero repetida miles, millones de veces, su impacto es monumental, capaz de transformar la materia más dura.

Piensa en la erosión de un cañón a lo largo de eones. Ninguna gota actuó con ferocidad, pero su repetición paciente creó una maravilla natural. Tu camino hacia el éxito es similar. No necesitas saltos gigantescos, sino la disciplina de pequeños actos consistentes que, con el tiempo, esculpen un destino extraordinario.