“El escalador no conquista la cumbre por la fuerza, sino por la inquebrantable firmeza de cada agarre.”

Piensa en la montaña, un desafío imponente que se alza hacia el cielo. El secreto del alpinista no reside en un único salto poderoso, sino en la sucesión incansable de pequeños movimientos, en la seguridad con la que cada mano busca y se aferra a la roca. Esta persistencia es la que vence la altura, la fatiga y el viento helado. Cada agarre firme es una promesa de que el siguiente paso es posible, un eco de la voluntad que se niega a caer cuando el abismo acecha.