“La obstinación benévola es la semilla que florece en tierras áridas.”

Hay una obstinación que no es terquedad ciega, sino una fe profunda en el potencial latente. Es la semilla enterrada en la tierra más seca, que, con paciencia y un riego constante, rompe la superficie y busca la luz. Esta obstinación benévola, este empeño persistente, es lo que permite que los proyectos más desafiantes germinen y alcancen su máximo esplendor, incluso cuando las condiciones parecen desfavorables.