“La antorcha de la esperanza se alimenta con el combustible de la acción persistente.”

Imagina una oscuridad abrumadora. La constancia en la acción, aunque sea una pequeña llama, es lo que mantiene viva la esperanza y disipa las sombras. No se trata de grandes gestos, sino de la suma de pequeños actos continuos.

Esta tenacidad es la que nos impulsa a seguir adelante cuando todo parece perdido. Cada paso adelante, cada intento renovado, es una nueva gota de combustible que alimenta esa antorcha, iluminando nuestro camino y fortaleciendo nuestra convicción.