“Donde la fuerza flaquea, la terquedad enciende la antorcha.”

Donde la fuerza flaquea, la terquedad enciende la antorcha. Pensemos en un escalador que, al borde del agotamiento, sus dedos resbalan en la pared de roca. La fuerza física se disipa, pero es en ese preciso instante cuando una chispa de determinación irrompible toma el relevo. Esta resistencia no es una imposición bruta, sino la llama interna que aviva la voluntad, permitiendo encontrar un asidero más firme, un nuevo aliento, hasta alcanzar la cima anhelada. Es la tozudez del alma que se niega a ceder ante la adversidad.