“El valor de tu esfuerzo no se mide por la ausencia de fatiga, sino por el propósito que le infundes.”

Esta profunda reflexión te anima a reinterpretar la **fatiga** no como un obstáculo, sino como una señal de tu **dedicación y compromiso**. La motivación proviene del significado que le das a tu trabajo.

Imagina que eres un corredor de maratón. Sentirás la fatiga, es inevitable. Pero si corres con la visión de cruzar la meta, con la **energía** de tu objetivo final, esa fatiga se transforma en un testimonio de tu resistencia. El propósito es lo que infunde valor a cada paso, incluso cuando el cuerpo clama por descanso.

Infunde a tus acciones un propósito inquebrantable; así, la fatiga se convierte en el precio justo por el valor de tu empeño.