“Que cada paso sea un eco de tu propia voluntad, no el reflejo de una sombra.”

En la danza de la vida, es fácil dejarse llevar por las corrientes ajenas o el peso de las expectativas externas. Este pensamiento nos invita a ser los coreógrafos de nuestra propia existencia.

Considera tus acciones como pasos de baile; cada uno debe nacer de tu ritmo interno, de tu propia inspiración. No bailes al compás de los miedos o las opiniones que no te pertenecen.

El verdadero estímulo reside en reconocer que tienes el poder de dirigir tu movimiento, creando una melodía única y auténtica en tu camino.