“Conviértete en el arquitecto de tu propio impulso, ladrillo a ladrillo de voluntad.”

Aquí, la metáfora es clara: somos los constructores de nuestra propia fuerza de voluntad. No se trata de esperar un impulso externo, sino de diseñar y edificarlo conscientemente.

Cada pequeña decisión, cada tarea completada, cada esfuerzo sostenido es un ladrillo que colocamos en el edificio de nuestra motivación. El proceso puede ser gradual, pero la estructura resultante será sólida y duradera.

Sé el maestro de tu propia edificación, colocando los cimientos de la perseverancia.