“El primer paso, por pequeño que sea, es el combustible para el viaje.”

No esperes la motivación perfecta o el momento ideal. El simple acto de comenzar, de dar esa primera zancada, por nimia que parezca, desata una cascada de energía y determinación.

Este estímulo diario nos invita a abrazar la imperfección del inicio. Es como encender una pequeña cerilla en la oscuridad; su llama, aunque tenue, ilumina el sendero y da paso a la lumbre mayor. No subestimes el poder de la acción inicial.

Cada tarea completada, por mínima que sea, construye un cimiento de confianza. Es un diálogo íntimo contigo mismo: "puedo hacerlo", repetido una y otra vez a través de tus actos.