“Cada paso, por diminuto que sea, es una marea que remodela el futuro.”

A veces, la magnitud de nuestros sueños nos paraliza, haciéndonos sentir que solo los grandes saltos cuentan. Sin embargo, esta frase nos recuerda el poder acumulativo de las acciones cotidianas.

Piensa en el escultor que talla una obra maestra. No comienza con el cincel a toda potencia, sino con toques sutiles y precisos. Cada golpe, aunque parezca insignificante, va dando forma a la roca, revelando la belleza latente.

De igual modo, nuestras pequeñas decisiones y esfuerzos diarios son como esas caricias del cincel. Son las corrientes subterráneas que, con constancia, van alterando el curso de nuestra vida, construyendo un mañana distinto, más cercano a nuestras aspiraciones.