“Cada paso, por pequeño que sea, te aleja de la inercia.”
A veces, la magnitud de un objetivo puede paralizarnos. Esta máxima nos ofrece un aliento vital al recordarnos el poder acumulativo de las pequeñas acciones. Cada movimiento, cada intento, rompe las cadenas de la quietud.
Visualiza a un alpinista ascendiendo una montaña inmensa. No se enfoca en la cima lejana, sino en el siguiente agarre, en el siguiente apoyo. Es esa constancia, esa repetición de movimientos deliberados, lo que finalmente lo lleva a la cumbre.