“Siembra la intención de la victoria cada mañana y riega con la disciplina de tus pasos.”

Esta frase une la intencionalidad y la disciplina como los elementos fundamentales para alcanzar el éxito. La intención marca el objetivo, y la disciplina asegura que los esfuerzos diarios nos acerquen a él.

Imagina que cada mañana te presentas en un campo listo para sembrar. Tu intención de "victoria" es la semilla. Pero una semilla sola no produce cosecha; necesita ser plantada y regada. La disciplina de tus pasos diarios es ese riego constante.

El estímulo para dar esos pasos disciplinados proviene de la visión de la cosecha. La energía que inviertes en este proceso es lo que garantiza el crecimiento. Que tu siembra de intenciones sea fructífera, nutrida por la constancia de tus acciones.