“Haz de la resiliencia tu armadura, pero de la empatía, tu brújula.”

Ser fuerte no significa estar blindado ante el mundo, sino aprender a navegar sus complejidades con compasión.

La resiliencia te protege de los golpes, como una armadura bien forjada. Pero la empatía te da dirección, te permite comprender las corrientes del corazón humano y encontrar un rumbo que incluya a los demás.

Este equilibrio te proporciona un impulso vital, recordándote que la verdadera fortaleza reside en la capacidad de levantarse y, al mismo tiempo, de conectar y entender a quienes te rodean en tu camino.