“Que tu propósito sea el faro que guíe tu navegar, incluso en las noches más oscuras.”

En la vastedad de la existencia, tener un propósito es como tener una estrella polar. Nos da dirección y nos evita derivar sin rumbo.

Cuando las circunstancias se vuelven grises, como un mar embravecido, esa llama interior, esa meta clara, se convierte en el estímulo que nos permite seguir adelante. No importa cuán intensa sea la tormenta, el faro siempre brillará.

Este impulso nace de saber por qué te levantas cada mañana. Es el combustible que enciende tu energía, recordándote el valor de tu viaje, por difícil que parezca el trayecto.