“Abraza la imperfección como parte del proceso, permitiendo que tu energía fluya sin el peso del perfeccionismo.”

El deseo de que todo sea perfecto puede ser un gran paralizador de la acción. Permitir la imperfección nos libera para avanzar.

Imagina que eres un escultor y estás trabajando la arcilla. No esperas que la primera forma sea una obra maestra acabada. Permites que la arcilla tenga sus texturas, sus irregularidades, y sigues modelando. Esa libertad te da impulso.

No dejes que el miedo a no hacerlo "perfectamente" te impida hacerlo. Tu energía está mejor invertida en el progreso, en el aprendizaje y en la mejora continua, no en la búsqueda de una utópica perfección.