“La autodisciplina es el arte de ser tu propio animador, incluso cuando nadie más te aplaude.”

Hay momentos en los que el reconocimiento externo puede ser escaso, y es ahí donde tu propio ánimo se vuelve esencial. Esa es la fuerza de la autodisciplina.

Imagina que estás compitiendo en una maratón personal. Los espectadores pueden animar al principio, pero llega un punto en que solo tú puedes darte el estímulo para seguir adelante. La autodisciplina es esa voz interna de apoyo, el aplauso silencioso que te recuerda por qué empezaste y te impulsa a cruzar la meta.