“El motor más potente para tu jornada es el eco de tu propia convicción.”

Esa voz interior, a veces un susurro, otras un rugido, es la chispa que enciende la llama. La convicción no es ceguera, sino la fe iluminada en el camino que has elegido trazar.

Imagina un navegador antiguo, guiado por las estrellas; tu convicción es esa brújula interna. Cuando las tormentas de duda azoten, recuerda la fuerza de tu propósito. Es el aliento invisible que te impulsa a seguir adelante, incluso cuando los vientos soplan en contra.