“En cada amanecer late un nuevo ímpetu para forjar la jornada.”

El sol que asoma no es solo luz, es una invitación silenciosa. Cada mañana nos regala un lienzo en blanco, esperando que lo pintemos con nuestras acciones. Ese ímpetu que menciono es la chispa primordial, el motor que nos impulsa a levantarnos y a buscar un propósito, por pequeño que sea.

Piensa en la primera flor que se abre tras una noche de frío. Ella no duda, simplemente despliega sus pétalos hacia el calor. Así debemos ser nosotros: receptivos a la renovación que cada día nos ofrece, permitiendo que ese impulso nos guíe en la búsqueda de nuestros objetivos, llenando el día de color y significado.