“Que tu resiliencia sea el ático donde guardas la fuerza aprendida de cada caída.”

Esta imagen nos sugiere que las adversidades pasadas son fuentes de fortaleza. La motivación diaria se alimenta de las lecciones y el temple adquiridos tras superar dificultades. Es un aliento que reconoce nuestra capacidad de aprendizaje.

Cada tropiezo, cada error, no son fracasos definitivos, sino experiencias valiosas. Piensa en ellas como objetos que guardas en el ático de tu ser. Cuando necesitas un impulso, puedes bajar una de esas "herramientas" de fortaleza y recordar tu capacidad para levantarte y seguir adelante. El estímulo es la confianza que emana de ese acervo de experiencias superadas.