“La alegría verdadera es un río caudaloso que surge de las entrañas de la gratitud.”

La alegría genuina no es superficial; tiene raíces profundas que se nutren de un corazón agradecido. Es un sentimiento que emana desde lo más íntimo, alimentado por el aprecio por lo que se tiene.

Considera la imagen de un manantial que, al ser explorado, revela aguas cristalinas y abundantes. Así es la alegría que nace de la gratitud: un flujo constante de bienestar que refresca el espíritu y contagia optimismo.