“La algarabía del alma es un tesoro que se revela en las pequeñas grandezas.”

A menudo, confundimos la felicidad con grandes acontecimientos, pero la verdadera dicha se esconde en la textura de lo cotidiano. El sonido de la risa de un ser querido, el aroma del café matutino, la calidez del sol en la piel; son chispas de placer que iluminan el camino.

Es un tesoro a menudo infravalorado, esta capacidad de encontrar satisfacción en lo aparentemente insignificante. Al igual que un joyero descubre el brillo en una gema modesta, podemos desenterrar la alegría en los detalles más humildes de nuestra existencia.