“Anida la alegría en los pequeños actos de bondad; allí se teje el tapiz de la dicha.”

La felicidad no se esconde en gestos grandiosos, sino que encuentra su hogar en las acciones cotidianas de amabilidad y generosidad. Cada pequeño acto de bondad es un hilo que, al entrelazarse, crea un tapiz rico y hermoso de dicha.

Piensa en cómo una sonrisa ofrecida a un desconocido o una mano tendida a quien lo necesita puede iluminar no solo el día del otro, sino también el propio. Es en esa conexión, en esa resonancia empática, donde se halla un gozo profundo y duradero.