“El placer es la mariposa efímera que altea en la brisa de los sentidos despiertos.”

El placer, esa visita celestial, revolotea con la ligereza de una mariposa. No se puede atrapar con avidez, pero sí disfrutar mientras danza a nuestro alrededor. Es el sabor inesperado de una fruta madura, la caricia de una tela suave, la fragancia de una flor silvestre. Despertar nuestros sentidos, prestándoles atención plena, es invitar a estas criaturas aladas del deleite a posarse en nosotros, regalándonos momentos de puro goce.